Todos van camino del templo.
Allí, sentados bajo su protección
orando y comiendo, viviendo
con los demás
que han acudido
el día señalado.
Desconozco la razón.
El rojo, el dorado, los claveles
de color naranja
y las frutas.
Bajo la serpiente que repta
por encima.
La cobra de oro velando
por todos.
Una cinta, mágicamente, una cobra,
sobre el templo como un regalo.
Entregan la ofrenda.
Incienso en el aire.
Y suenan las campanas.
Se ungen de arroz y yama tika.
Ya pueden descansar esperando.
Producto interior bruto en felicidad.